Por Dana Rodríguez
CDMX, 20 agosto 2025.- La Ciudad de México vive entre claxonazos, taladros, gritos amplificados y música a todo volumen, día y noche. Y aunque sus habitantes llevan años denunciando los efectos nocivos del ruido, lo que reciben a cambio son más foros, más mesas de trabajo y más palabras sin consecuencias.
En este contexto, el conversatorio organizado por la diputada Leonor Otegui, titulado “Rumbo a la legislación del ruido con visión ciudadana”, prometía ser un paso hacia la solución. Pero terminó siendo otra ronda de diagnósticos repetidos, sin compromisos firmes ni propuestas viables. Otegui declaró que “es una demanda ciudadana atender este fenómeno y legislar para combatirlo”, pero no explicó cómo ni cuándo se hará.
Participaron autoridades de dependencias como la Secretaría de Planeación y Ordenamiento Territorial, la PAOT y académicos de la Universidad Iberoamericana. Todos coincidieron en que existe un vacío legal y una falta de coordinación entre instituciones. Lo mismo se ha dicho en otros foros anteriores.
Paulo García, vocero del grupo parlamentario de Morena, dijo que “necesitamos actualizar el Atlas del ruido y vigilar que se respeten los usos del suelo”. Pero no mencionó sanciones, ni presupuesto, ni una agenda específica. La falta de vigilancia en zonas de alta contaminación acústica, como el Centro Histórico o las avenidas principales, quedó sin respuesta.
Mientras los legisladores analizan y discuten, los ciudadanos viven con ansiedad, insomnio, y pérdida de audición. La urgencia no puede esperar una próxima legislatura. El ruido no da tregua, y los legisladores siguen hablando en voz baja.














