Por Dana Rodríguez
Ciudad de México, a 28 de agosto del 2025.- La propuesta del diputado Juan Rubio Gualito para que los módulos legislativos sirvan como centros de promoción del ICAT CDMX reabre una discusión incómoda en el Congreso capitalino: la ausencia real de estos espacios que, en teoría, deben ser el puente entre los representantes y sus comunidades.
Aunque cada legislador está obligado a instalar un módulo de atención y gestión ciudadana, múltiples reportes y denuncias ciudadanas han evidenciado que, en la práctica, no operan o lo hacen de forma irregular.
Este vacío institucional cuestiona la viabilidad de usar dichos módulos como plataformas para vincular a la ciudadanía con oportunidades de capacitación y empleo. ¿Puede una estructura que no existe convertirse en agente de transformación social?
La intención del exhorto es loable: acercar la oferta del ICAT CDMX a las personas que buscan empleo o desean emprender, y que no tienen información ni acceso a estas herramientas. Pero la solución no puede ser delegada a oficinas ausentes. Para que funcione, es indispensable que el Congreso primero fiscalice el cumplimiento del deber de sus integrantes respecto a la operación efectiva de los módulos.
Además, se requiere una política integral que incluya coordinación interinstitucional, recursos presupuestales y personal capacitado para orientar adecuadamente a las y los ciudadanos. De lo contrario, el riesgo es repetir el patrón de propuestas sin ejecución que ha debilitado la confianza en el trabajo legislativo local.














