“Discurso vacío sin justicia”
Por HHR
CDMX, 01 septiembre 2025.- Jesús Sesma, flamante presidente de la Mesa Directiva del Congreso capitalino, estrenó su nuevo encargo con un discurso de toma de protesta que buscaba sonar solemne y esperanzador… pero que no logró ser más que una colección de lugares comunes, frases vacías y aplausos genéricos disfrazados de compromiso institucional.
Sin la presencia de la jefa de Gobierno, Clara Brugada, quien tampoco asistió al Congreso para entregar su primer informe, y en un momento en el que el Poder Judicial capitalino enfrenta una grave crisis de legitimidad, producto de años de opacidad, rezago, percepciones de corrupción y acordeones surgidas desde el oficialismo, Sesma optó por un tono condescendiente, casi paternal, y evitó por completo cualquier señal de autocrítica, vigilancia o exigencia real hacia quienes hoy asumen funciones clave en la impartición de justicia.
Frases como “se lo deben solo al pueblo” o “ganaron por la buena” pretenden dar un barniz democrático a un proceso ampliamente cuestionado por su opacidad y el reparto de acordeones en la elección. ¿En serio espera Sesma que creamos que todos llegaron ahí “porque se lo merecen”? ¿Y que “nadie les regaló nada”? En este país, donde la meritocracia es más mito que realidad en los altos cargos públicos, esas afirmaciones resultan insultantes para la inteligencia de la ciudadanía.
Peor aún es la superficialidad con la que se refiere a la “gran reforma del Poder Judicial”, como si esta fuera un logro colectivo y no una reconfiguración hecha a medida de los intereses del oficialismo y sus aliados. Habla de autonomía y libertad, pero calla sobre los amarres políticos que condicionan muchas de las decisiones en el Tribunal Superior de Justicia.
El discurso se llena de buenos deseos y exhortos tan vagos como inútiles: “sigan cercanos a la gente”, “no defrauden”, “ayuden siempre”. ¿Y luego? ¿Qué mecanismo de rendición de cuentas propone el Congreso ante el actuar de estos funcionarios judiciales? ¿Qué seguimiento institucional se dará para garantizar que esa justicia que tanto promete sea una realidad y no solo una postal para la tribuna?
Sesma desperdició una oportunidad clave para marcar una nueva etapa con seriedad, firmeza y visión de Estado. Eligió, en cambio, el aplauso fácil y la corrección política. Pero la justicia no se fortalece con discursos bonitos. Se construye con hechos, vigilancia, responsabilidad y, sobre todo, con instituciones que no sean comparsas de los poderes en turno.
Si esto es lo que podemos esperar de su presidencia al frente del Congreso capitalino, más vale que el pueblo –al que tanto alude– esté realmente atento. Porque no bastan las buenas intenciones cuando se trata de lo más sagrado en una democracia: la justicia.