Por Arturo Gutiérrez
CDMX, 07 septiembre 2025.- El legislador de Morena Paulo García fue cuestionado sobre la reciente publicación de Eduardo Cervantes, quien hasta hace poco se desempeñaba como responsable del Programa de Formación Política de Morena en la capital.
Cervantes denunció públicamente en su cuenta de Facebook que fue removido de su cargo tras haber hecho críticas a la corrupción dentro del partido y la posibilidad de que el movimiento esté en riesgo de perder algunas alcaldías, lo que ha sido interpretado como una represalia por su postura.
Ante esto, el diputado morenista no defendió el derecho a disentir ni condenó la acción como un acto de censura, sino que relativizó el despido, señalando que las declaraciones de Cervantes fueron “de buena fe”, pero que hay que “distinguir los momentos y los espacios para la crítica”.
De esta manera, colocó por encima del debate interno el interés por no dañar la imagen del movimiento, lo cual va en contra de los principios de apertura y crítica que Morena dice promover.
La respuesta del diputado refleja una tendencia preocupante dentro del partido gobernante: quienes se atreven a hablar de los problemas internos, por legítimos que sean sus cuestionamientos, enfrentan represalias en lugar de recibir respaldo.
Minimizar estos hechos sólo contribuye a un clima de autoritarismo interno que contradice los ideales democráticos que el partido dice representar.