Por Dana Rodríguez
CDMX, 18 agosto 2025.- La contaminación lumínica no solo impide observar las estrellas: perturba ecosistemas enteros, altera ciclos biológicos y desorienta a muchas especies nocturnas. Por ello, el Congreso de la Ciudad de México aprobó un dictamen que busca reconocer legalmente el concepto de “luz intrusa”, como paso inicial hacia una regulación más estricta de la iluminación urbana.
Investigaciones del National Institute of Environmental Health Sciences han demostrado que la exposición constante a luz artificial durante la noche afecta los ritmos circadianos humanos, provocando trastornos del sueño, aumento del estrés y mayor riesgo de enfermedades crónicas. En el caso de la fauna, aves migratorias, insectos polinizadores, murciélagos y anfibios sufren alteraciones en sus patrones de navegación, alimentación y reproducción.
Por ejemplo, se estima que en EE. UU. mueren más de 100 millones de aves al año por colisiones con edificios iluminados, muchas de ellas desorientadas por la contaminación lumínica. En la CDMX, si bien no se cuenta con cifras oficiales, los especialistas alertan que el impacto en especies urbanas como colibríes, mariposas nocturnas y murciélagos podría ser considerable.
El dictamen legislativo no solo busca reducir estos impactos, sino también promover un uso más racional y eficiente de la energía. El alumbrado público representa hasta el 40% del consumo eléctrico municipal en algunas alcaldías, por lo que implementar normas más estrictas también significaría ahorros presupuestales y menor huella de carbono.














