Por NOTICIASCD.MX
Ciudad de México.— Ante la incapacidad de mostrar resultados claros de gobierno en Xochimilco, el entorno político cercano a la alcaldesa Circe Camacho ha optado por una estrategia conocida y desgastada: el ataque sistemático, la desinformación y el linchamiento digital contra adversarios internos de Morena.
Lejos de presentar balances de gestión, avances medibles o soluciones a los problemas cotidianos de la demarcación, los grupos afines al actual gobierno local han convertido la comunicación política en un aparato de propaganda agresiva, operado por cuentas y páginas dedicadas exclusivamente a desacreditar personas, no a informar a la ciudadanía.
Sin documentos, sin denuncias, sin autoridad
Las acusaciones difundidas en redes sociales sobre la formación académica del ex Alcalde, José Carlos Acosta Ruíz, carecen por completo de sustento legal. No existe denuncia penal, procedimiento administrativo, observación de la SEP ni resolución de órgano fiscalizador que respalde las narrativas impulsadas desde el círculo político de la alcaldesa.
El patrón es claro: se lanzan señalamientos sin pruebas, se repiten hasta intentar convertirlos en “verdad” y se evita deliberadamente acudir a las instancias que realmente podrían investigarlos. La razón es simple: no hay elementos jurídicos que sostengan las acusaciones, además de que la alcaldesa se sabe perdida.
Propaganda como cortina de humo
Para analistas en gobernanza local, esta ofensiva mediática responde a una lógica de distracción política. Mientras Xochimilco enfrenta rezagos en servicios urbanos, inseguridad, movilidad y deterioro de espacios públicos, el gobierno local permite —o tolera— que su entorno se dedique a fabricar enemigos internos, en lugar de rendir cuentas.
La construcción de un “villano” político sustituye así al ejercicio de gobierno. Cuando no hay resultados que presumir, se recurre al ruido.
La degradación del debate público
La utilización de páginas, perfiles y grupos de choque digital para atacar a exfuncionarios no solo daña reputaciones, también degrada la vida pública y exhibe un estilo de gobernar basado en la confrontación permanente. La crítica política legítima se transforma en campaña de difamación, y el debate de ideas es reemplazado por consignas y burlas.
Especialistas advierten que este tipo de prácticas erosiona la credibilidad institucional de la propia alcaldía, pues proyecta la imagen de un gobierno más preocupado por cobrar facturas internas que por atender a los habitantes de Xochimilco.
El fondo del problema
La pregunta que queda en el aire no es sobre la trayectoria académica de un exalcalde, sino por qué el entorno de Circe Camacho necesita atacar para sostener su narrativa política.
La respuesta parece evidente: cuando el gobierno no convence, el ataque se convierte en estrategia.
Xochimilco requiere soluciones, no guerras sucias; resultados, no campañas de desprestigio; gobierno, no aplausos.











