“En octubre llega nuevo encargado… ¿y ahora sí prenderán el Canal del Congreso CDMX?”
Por HHR
CDMX, 09 septiembre 2025.- El Canal del Congreso de la Ciudad de México vive días de transición —aunque, siendo honestos, se puede afirmar que lleva años en “modo pausa”. Tras la renuncia de Diego Saturno, quien dejó la señal colgada y las cámaras casi apagadas, en octubre deberá llegar alguien a tomar el timón de ese barco que navega en aguas legislativas… sin mucha audiencia que digamos.
La figura del “encargado del despacho” suena formal y seria, pero también parece una forma elegante de decir “a ver quién se anima a agarrar este paquete” -aunque ya algunos que quieren sacarse la rifa del tigre-. Y es que más allá de encender cámaras y micrófonos, el verdadero reto será devolverle sentido y utilidad a un canal que debería ser el rostro público del Congreso capitalino… y que hoy, con suerte, sólo transmite las sesiones y muy pocas veces se puede sintonizar.
Como si eso no bastara, sobre la mesa flota la posibilidad de fusionar el Canal con el área de Comunicación Social. Una jugada que, en teoría, podría ayudar a coordinar mensajes y recursos; pero que también despierta dudas legítimas: ¿Será una integración para fortalecer la transparencia o para afinar el maquillaje institucional?
Porque una cosa es informar con claridad lo que pasa en el Congreso y otra muy distinta es convertir la señal en una repetidora de boletines editados con música de fondo y subtítulos con adjetivos de más. Si el Canal era la promesa de una ventana abierta, esperemos que no se vuelva un espejo de esos que sólo reflejan lo que se quiere ver.
La llegada del nuevo encargado también trae consigo una oportunidad: repensar el canal, no como un trámite audiovisual, sino como un puente real con la ciudadanía. Que las sesiones no sólo se transmitan, sino que se entiendan. Que los temas no sólo se anuncien, sino que se expliquen. Que haya algo más que tomas fijas y discursos leídos sin alma.
La televisión pública puede ser aburrida o transformadora. Todo depende de quién la dirija… y de para qué se use. Así que octubre será clave. Ojalá no sea solo el cambio de un nombre en la placa de oficina, sino el primer paso para encender —por fin— una señal que valga la pena ver.