Por Arturo Gutiérrez
CDMX, 14 septiembre 2025.- El diputado Luis Chávez, presidente de la Comisión de Ordenamiento Territorial, reconoció que el futuro territorial de la Ciudad de México no admite “apuros, improvisaciones, ni oportunismo político”. La declaración es pertinente, pero también refleja una contradicción histórica: buena parte de las decisiones urbanas más controvertidas han sido impulsadas precisamente bajo esos vicios.
Los instrumentos mencionados —el Plan General de Ordenamiento Territorial, la Ley de Ordenamiento Territorial y el Plan General de Desarrollo— no son simples documentos técnicos; son piezas clave en la arquitectura de poder urbano. En ellos se juega la ubicación de desarrollos inmobiliarios, el acceso a servicios públicos, la regulación del suelo y la calidad de vida de millones de personas.
Por ello, es fundamental que estos procesos no estén secuestrados por la lógica de cuotas políticas ni por las urgencias electorales.
Legisladores, gobiernos locales y ciudadanía deben asumir que la planeación urbana no es un botín, sino una responsabilidad pública que debe estar guiada por criterios técnicos, principios de justicia territorial y participación social efectiva.














