Redacción
CDMX, 10 agosto 2025.- El foro fue presentado en un escenario cargado de simbolismo: el anfiteatro del Colegio de San Ildefonso, frente al mural “La Creación” de Diego Rivera. Clara Brugada tejió una narrativa poderosa donde las ciudades cuidadoras representan una revolución cultural y feminista. Se habló de Frida Kahlo, de Antonieta Rivas Mercado, de las luchas históricas, de la dignidad femenina y de utopías hechas realidad.
Sin embargo, el exceso de retórica desvía el foco de las cuestiones prácticas. ¿Cómo se profesionalizarán los cuidados? ¿Quiénes capacitarán a las cuidadoras? ¿Qué mecanismos de evaluación y transparencia se usarán para medir el impacto? La ausencia de estas respuestas revela una peligrosa tendencia: romantizar una causa justa sin ofrecer herramientas reales para enfrentar sus complejidades.
Además, se mencionan conceptos como “desfeminización del cuidado” o “hacerlo colectivo”, sin una explicación operativa clara. ¿Qué estrategias educativas y culturales lo permitirán? ¿Cómo se involucrará a los hombres? El discurso parece suponer que la sola voluntad política basta para desmantelar siglos de patriarcado en el ámbito doméstico.
Las llamadas “Utopías” —espacios comunitarios creados en Iztapalapa— son presentadas como ejemplos exitosos. No obstante, no se ofrecieron datos duros, evaluaciones de impacto ni estudios independientes que validen su eficacia como modelos replicables.
El feminismo necesita políticas públicas bien diseñadas, con base técnica, datos y rigor institucional. Las palabras inspiran, pero las transformaciones sociales requieren más que inspiración: requieren planeación, coordinación y voluntad política más allá del discurso.















